35 años después del estreno de la magnífica "Blade Runner" de Ridley Scott, el director Denis Villeneuve, creador de estupendos filmes como "Prisioneros" (2013) o "La llegada" (2016) nos sumerge de nuevo en aquel universo oscuro, buen ejemplo de la ciencia ficción preciberpunk que marcó tendencia cinematográfica durante los ochenta y noventa. Villeneuve ha rodado una secuela más que digna, llenando la pantalla con la misma sensación de soledad, tiniebla y decadencia visual que su predecesora. La historia transcurre en 2049 e importantes cosas han cambiado desde lo que ocurrió en 2019. La ambientación en Los Ángeles es fantástica y pasa de la oscura humedad original al frío y los copos de nieve, pero la ciudad sigue mostrándose superpoblada, claustrofóbica e inhumana. La actuación de Ryan Gosling como blade runner es muy destacable. Su papel tiene una complejidad y profundidad que se agradece, y está acompañado de unos correctos Ana de Armas, Jared Leto, Sylvia Hoeks o Robin Wright. Por supuesto, es interesante ver por allí de nuevo a Harrison Ford encarnando al viejo blade runner Rick Deckard. Quizá por un exceso de respeto a la obra original, el director ha llevado el filme hacia un exceso de solemnidad que puede perjudicar a la historia sobre todo en su velocidad (con alguna trampa de guión, por cierto), pero la trama es buena. Se echa muchísimo de menos la banda sonora de Vangelis que todos tenemos en mente, aunque la labor realizada por Hans Zimmer trata de recordar en algunos momentos aquel magnífico trabajo. Sinceramente, hay poca música y es una lástima. No obstante, la obra toma en sus manos nuevos conceptos filosófico-sociales que dan como resultado un magnífico filme de ciencia ficción de calidad, seria y trabajada. Una gran película de genero (especialmente recomendable para fans de la anterior).
Nota: 8 de 10
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