Una película que sin duda puede catalogarse como sorprendente y grandiosa. Una joya. Un proyecto arriesgado del director francés Michel Hazanavicius que ha creado a todos los efectos una película de los años 20: las escenas mudas, la música de acompañamiento -que homenajea al viejo cine- y los escasos pero impecables típicos carteles con frases, todo ello cuenta la historia a la perfección. Su técnica es majestuosa; el blanco y negro de la época es perfecto con esos antiguos blancos brillantes y esos negros con bajo contraste, o el antediluviano formato 3:4 que casi parece una pantalla cuadrada, o por supuesto la ambientación, los peinados, los escenarios... Todo te transporta a 1927. El trabajo de los protagonistas Jean Dujardin y Bérénice Bejo es fantástico, y el de los secundarios igualmente. Dujardin interpreta a una inventada estrella del cine mudo -George Valentin- inspirado en multitud de viejas estrellas reales de toda la historia clásica del cine -desde Douglas Fairbanks a incluso Clark Gable-, y la preciosa Bejo encarna a una nueva y pujante estrella del sonoro. Una película redonda... y diferente.
Nota: 9 (de 10)
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