El actor Bill Murray, a las órdenes de Theodore Melfi, se pone frente a las cámaras para tratar de asaltar los Óscar e intentar llevarse la estatuilla que se le escapó con "Lost in Translation" (2003). El director le ha creado un papel a su medida que parece una especie de cóctel entre el perdedor de dicha película y algunos de los personajes gruñones que han interpretado en esta década otros actores como Jack Nicholson. Y le ha puesto frente a un niño -Jaeden Lieberher- que da buena réplica al protagonista. La cinta juega sus cartas mezclando inteligentemente momentos de comedia, con momentos duros y emotivos que buscan tocar la fibra sensible del espectador, todo correctamente escrito en un guión interesante. Lo mejor sin duda los ramalazos de castarrabias de Murray y el personaje de stripper rusa de Naomi Watts, pero el resto de actores trabajan bastante bien: Melissa McCarthy, Jaeden Lieberher, Chris O'Dowd o Terrence Howard. Es un filme recomendable.
Nota: 7 (de 10)
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