Por fin llega a nuestras pantallas la última película de Quentin Tarantino. El director y guionista se ha llevado su típico modo de hacer cine al viejo Oeste previo a la guerra civil americana, para tratar el controvertido tema de la esclavitud. El resultado no puede ser mejor, especialmente para los seguidores de este peculiar cineasta. Tarantino ha logrado mezclar la violencia desatada y sin complejos de "Malditos bastardos" (2009) y "Kill Bill" (2003-2004) en una especie de homenaje al spaghetti western de una manera magistral. El largo filme no tiene ni un bajón de ritmo y cuenta con estupendos diálogos -en su línea habitual-, combinando momentos de excelente fotografía de cine clásico, maravillosos escenarios naturales, magnífica banda sonora con heterogéneas canciones, ridiculizaciones de lo peor del pasado de su país -atención al desternillante momento Ku Klux Klan- o surrealistas disparos con sangre saltando a gigantescos borbotones. Todo ello creado con ese estilo vintage que a Tarantino tanto gusta últimamente -incluyendo varios setenteros movimientos de zoom-, y curiosamente cimentado en una bonita historia de amor. Los actores, especialmente Christoph Waltz, están fantasticos. Jamie Foxx o Leonardo DiCaprio trabajan fenomenal y no digamos Samuel L. Jackson, cuyo detestable papel también es de lo mejor del filme. Hay además muchos cameos interesantes. En definitiva un peliculón para disfrutar.
Nota: 9 (de 10)
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Hace 1 año
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