El gran Martin Scorsese abandona el idealismo bucólico de "La invención de Hugo" (2011) y vuelve por sus fueros recuperando además al que fuera su actor fetiche durante varios años Leonardo DiCaprio, con quién ya trabajó en "El aviador" (2004) y en la magnífica "Infiltrados" (2006). En este caso nos cuenta la historia de una persona sin escrúpulos que decide utilizar la venta de acciones para hacerse millonario, rodeándose de varios colaboradores que se apuntan a la fiesta. La cinta posee cosas buenas y malas... las buenas son que el guión cuenta realmente una historia muy interesante -mezcla de "El gran Gatsby" (2013) y "Wall Street" (1987)- y está llevada a la pantalla con gran sarcasmo y con un modo desvergonzado de narrar, lo que junto a la enorme labor de los actores que la interpretan demuestra una excelente factura cinematográfica -tanto DiCaprio como Jonah Hill o Margot Robbie, y el resto de actores que aparecen en papeles más cortos, como Matthew McConaughey o Jean Dujardin- están fantásticos. Pero el problema es que a Scorsese se la ha ido la mano y nos cuenta durante el filme una y otra vez las mismas fiestas, las mismas arengas de empresa, las mismas maldades, y todo ello hace que la película dure unas interminables tres horas que bien podían haber sido dos. Una lástima. Esto mata el ritmo a pesar de la buena música que se escucha durante la proyección.
Nota: 6 (de 10)
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Hace 1 año
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