Esta película es toda una sorpresa. Al ser rodada por Kevin Smith, director de "Clerks", uno esperaría que fuera una comedia o algo similar. Sin embargo, lo que al principio comienza como una historia de adolescentes en plena efervescencia hormonal que podría encajar con ese estilo, se transforma en un intenso thriller -incluso en ocasiones algo tarantiniano- sobre sectas destructivas, fanatismo, obsesión y asesinatos en la que se aprecia claramente la influencia de casos reales como el de la tragedia de Waco. El actor Michael Parks es lo mejor del filme realizando un papel de líder de la secta que es absolutamente inquietante, y el enorme -artística y literalmente hablando- John Goodman interpreta estupendamente al agente federal que debe imponer la ley de un modo complejísimo. La cinta cuenta con algunas escenas memorables, como el peculiar rodaje de la escena de intento de escapada de uno de los jóvenes, y es una crítica feroz a las sectas ultrarreligiosas, pero también lo hace al modo de combatirlas por las fuerzas de seguridad cuando esto se hace sin escrúpulos. La historia a veces llega a un punto que ralla la exageración, pero el resultado en conjunto es potente y más que aceptable.
Nota: 7 (de 10)
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Hace 1 año
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