Ya está aquí el primer spin-off de los varios que llenarán interesantes huecos narrativos de la saga original Star Wars. Esta primera película ha sido dirigida por Gareth Edwards quién, a pesar de haber rodado antes algunas mediocres cintas de ciencia ficción, en este caso ha sabido manejar bien los mandos de la nave. Desde su inicio el filme empieza a coger ritmo y se va convirtiendo en una pura película de guerra. Es casi como un viejo filme de la II Guerra Mundial llevado a una galaxia muy lejana. Los guiños a la saga original -y especialmente al episodio IV- son constantes y hacen las delicias de los espectadores a cada momento, de hecho hay ciertas apariciones y eventos que dejan boquiabierto al personal. Es la cinta de Star Wars más cercana -en todos los sentidos- a la primera película de 1977. Los actores trabajan estupendamente -Felicity Jones, Diego Luna, Ben Mendelsohn, Donnie Yen, Jiang Wen, Mads Mikkelsen o Forest Whitaker-, y hay algunos más que no diremos aquí. La ambientación de ciencia ficción sucia es perfecta, y salvo algún que otro pequeño parón de ritmo -lástima- y algún suceso que "hay que creerse", la trama está bien montada. Los efectos especiales son excelentes, y se sitúan en un punto medio entre el método animatrónico de J.J. Abrahams en "El despertar de la Fuerza" (2015) y el puramente digital del postrero George Lucas de los episodios I a III. La música es fantástica, combinando las clásicas melodías de John Williams con varias nuevas de Michael Giacchino. Al inicio de la cinta se echa menos el texto introductorio habitual sobre las estrellas, pero el final de la película es el culmen perfecto que hace que todo encaje como las piezas de un Lego entre los episodios III y IV. Gran película digna del universo Star Wars.
Nota: 8 de 10
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Hace 1 año